En tiempos de la Colonia había una doctrina llamada Topo en las cercanías del actual pueblo de Pauna, Boyacá, Colombia, donde se llevaba a cabo la catequesis de los indígenas Muzos. Este lugar -Topo- deriva su nombre del la palabra chibcha “tupu” que representa un alfiler para prender el manto de las indígenas. En este poblado había una capilla encomendada al fraile dominico Francisco de Párraga donde se veneraba un cuadro de buen pincel de la Virgen de las Angustias. Este óleo en lienzo sobre tabla, fue traído desde el viejo continente y probablemente fue pintado en la escuela del maestro Luis de Morales “El Divino.” Por eso, entre las imágenes veneradas en Colombia, se le considera la más antigua.
Un día domingo en el año de 1610, los habitantes del lugar vieron que la capilla parecía que estaba ardiendo. Al llegar al lugar, con asombro constataron que no era un incendio sino que unos “extraordinarios resplandores de refulgentísima luz que, como rayos del sol, brotaban del fondo de la imagen de Nuestra Señora.” De la imagen también salión unas gotas de un sudor aceitoso que al aplicarlas produjeron curaciones milagrosas. De este suceso fue testigo presencial el conquistador García Varela, quién viajó a Santafé y puso este evento en conocimiento del Provisor. La devoción a la Virgen del Topo aumentó y fueron informados el Deán y Cabildo.
Este suceso fue confirmado y se siguió proceso conforme a derecho. Por orden de la autoridad eclesiástica, se levantó la información canónica, juraron los testigos y certificó lo mismo el fraile Francisco de Párraga. Terminadas estas diligencias se remitió toda la documentación a Santafé. Don Simón López Barragán, quien era el gobernador encargado del arzobispado, ordenó trasladar la milagrosa imagen a Bogotá, donde fue recibida solemnemente y colocada en una capilla de la Catedral en 1610. Desde entonces fue acogida como Patrona del Capítulo Metropolitano.
• Indulgencia plenaria en cada uno de los domingos de noviembre en que se celebra la fiesta.
• Indulgencia plenaria el día de la entrada a la Cofradía, confesándose y comulgando.
• Indulgencia plenaria, remisión de todos los pecados en el artículo de la muerte, confesando y comulgando y si no puede, invocando el nombre de Jesús con la boca o con el corazón dando seña de arrepentimiento.
• Indulgencia plenaria y remisión de pecados visitando la Catedral en el último día de la fiesta pidiendo a Dios por el fin de las herejías, la exaltación de la Iglesia, la paz y concordia entre los cristianos y la salud del Pontífice.
• Siete años y siete cuarentenas de perdón en los tres domingos de las fiestas y en los días de Nuestra Señora, Santa Ana, Santa Isabel de Hungría, Domingo de Resurrección y San Idelfonso rogando por lo dicho.
• Setenta días de perdón por cualesquiera obra piadosa o de misericordia y por cualesquiera asistencia a las funciones de la Catedral y rezando por las almas del purgatorio.
Concedidas por el Papa Alejandro VII, Nov 1, 1664
La Cofradía de Nuestra Señora del Topo fue constituida formalmente el 8 de noviembre de 1659 y ratificada por el Papa Alejandro VII en 1664. Desde entonces creció en miembros y obras especialmente en Bogotá. A mediados del Siglo XIX, la devoción seguía firme en el corazón de los capitalinos, entre ellos don Leonidas Posada Gutiérrez. Como muchos otros patriotas, en 1854 fue llamado a empuñar las armas en la defensa del gobierno legítimo durante la revolución encabezada por José María Melo. En la batalla del Río Fucha al suroriente de Bogotá fue herido y de manera inexplicable se salvó, en el momento en que se encomendaba a la Virgen del Topo. Leonidas se recuperó y nunca dejó de reconocer que se había salvado gracias a la intercesión de la Virgen.
Desde ese año y durante cuarenta años, le hizo la fiesta a la Virgen del Topo, ya que murió en enero de 1895. El dejó escrito a sus hijos que continuaran practicando la devoción de Nuestra Señora del Topo. Por eso su hijo José Posada Tavera se encargó de organizar la novena con inmenso esplendor desde 1895 hasta 1933, y a su vez dejó a sus hijos el encargo de continuar la devoción y de organizar la novena. La novena siguió celebrándose bajo el liderazgo de Alfredo Posada Delgado desde 1934 hasta 1986 y de su hermano Ernesto desde 1987 hasta el 2005.
Desde el 2005 Teresita Posada de Rueda preside la Junta Directiva que organiza la novena y difunde la devoción a la Virgen María. A lo largo de la historia de esta confraternidad, muchos fieles se han consagrado a la Virgen Topo y se han hecho imponer la medalla de la Cofradía.
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